viernes, 25 de octubre de 2013

¿hAY TÚNELES EN MORELIA?. Cierre.

En los dos , largos y aburridos, blogs sobre el tema de los túneles de Morelia, relaté lo que me tocó ver y vivir en mi larga experiencia profesional, y que puedo resumir en lo siguiente:
1.- Considero muy probable que exista, aún, el que comunicaba el edificio de la Sede Episcopal, actuales oficinas centrales de la Secretaría de Salud, con el atguo Seminario Diocesano, anexo al Templo de San José, ya que lo recorrí en un pequeño tramo Y EXISTE UNA RAZÓN LÓGICA para su construcción.
2.- Otro túnel que comunica la Antugua Casa del Diezmo (actual BANAMEX) con el mismo Palacio Episcobal mencionado, porque conocí uno de sus extremos, con otros miembros de la extinta Junta de Vigilancia para la Conservación de Morelia, y porque también se puede razonar su construcción.
3.- El supuesto Túnel que parte de la Cueva del Toro y llega a Catedral, cae por su propio peso. La dicha cueva, como aquí lo relaté, es un antiguo banco de tepetate, que así acostumbraban explotar, para no dañar ni acabar con la capa de tierra fértil que los cubría. Lo hacían en forma más inteligente que hoy lo hacen con todos los bancos de materiales inertes (tepetate, gravas y arena) en que arrasan toda vegetación ycapa fértil.
De los "otros" nada puedo decir, seguirán siendo Mitos hasta que la Comisión formada para su estudio, que ya ha gastado VARIAS DECENAS de miles de pesos, entregue algún resultado que, según se ha filtrado de algunos de sus componentes, ya está terminado y PRONTO será dado a conocer. Hasta entonces, repito, nada puedo agergar.
En un próximo blog treminaré el del Callejón del Romance que, por causas ajenas a mi voluntad, dejé sin terminar.

COLOFÓN DE LAS TARASCAS.

Al parecer, buena parte de lo que escribí sobre la Fuente Tarasca no fue creído por un grupo de personas, varias de ellas con un título universitario y una aparente preparación académica que no les fue suficiente para discernir sobre un mito o una realidad. No tuvieron, o no quisieron aplicar la lógica más elemental para distinguir lo uno de la otra, y recurrieron a este medio electrónico, y otros, para tratar de desvirtuar los hechos por mi narrados, con mentiras, "dichos de mis mayores", y hasta el haber acompañado, en una sus visitas a la ciudad, al artista que modeló e hizo las Fuente Original, cosa del todo falsa, ya que ese autor JAMÁS VOLVIÓ a la ciudad desde que de ella se marchó por los primeros años del 40, según dijo su viuda en un programa radiofónico que hizo un gran periodista, escritor y Maestro en Derecho.
Lo anterior demuestra lo que ha asegurado algunos estudiosos de la psicología, "Que el ser humano, en cuanto más ignorante es, tiende a aceptar más fácilmente un MITO que una verdad demostrada.
Todo lo que dije sobre la Fuente Tarasca lo demostré con fotografías, nombres de testigos pressenciales o actores,fotografías y, en cuanto me ayudó la memoria, con fechas precisas. Como ya no tengo otros argumentos, quiero poner fin a la controversia con este escrito, no sin antes de relatar un anécdota que leí en el bello, ameno y bien redactado libro "La Banca Roja", escrito por el Profesor Manuel López (no recuerdo su segundo apellido), que nos dice, palabra más, palabra menos, lo siguiente:
Desde medida la segunda década, y hasta finales de la Tercera, un grupo de amigos solía reunirse a platicar, discutir, arreglar el mundo y criticar, formado por gentes bien preparadas y, casi todas ellas, con algún grado académico, grupo al que con frecuencia se unían algunos estudiantes del Colegio de San Nicolás, y no siempre las más inteligentes o estudiosos.
Todos ellos reconocían, como líder nato, al Maestro #Trécani", catedrádico del Colegio y, después, maestro fundador de la Facultad de Ingeniería de la UMSNH.
Trécani, a más de ser muy versado en Matemáticas, Física y Astrnomía, gozaba fama de ser un lector adicto a la Filosofía, seguidor de Carlos Marx y, por ello, tenido como "Rojo o Rojillo", color que transmitió a la Bnaca en la se sentaban a discutir y que se ubicaba en la parte media del andador poniente de la Plaza de Armas (hoy De los Mártires), casi frente a lo que MUY RONTO será el Teatro de la Ciudad o Matamoros. (A quien está matando no es a los "moros" por su prolongada construcción, sino a los morelianos, que no vislumbramos su fecha de terminación)
El Maestro Trécani era siempre acompañado por su mascota, un pequeño perro de raza indefinida pero, según aseguraron quienes le conocieron, más avispado que el "Perrito de la Víctor", y con "cociente intelectual" por encima del promedio de los asiduos a la Banca Roja.
El tal perrito, llamado por su dueño "El cartucho", era más inseparable de su dueño que el negro bastón que siempre cargaba en su  mano izquierda, no porque lo necesitara. decía Trécani, sino porque "le daba elegancia". De tal manera que 2Cartucho" acompañaba a su amo hasta en las clases del Colegio. Al trasponer la puerta del aula, siempre abierta de par en par, se echaba al suelo para dormitar y, momentos antes de que el Maestro terminara su exposición, se erguía, como orgulloso de la cátedra dada por su amo. Juntos abandonaban aula y edificio y se encaminaban a la humilde morada de "Plato y Taza" (Un solo cuarto con puerta y ventana", situada por el rumbo del Mercado de San Agustín.
Cuando Trécani exponía su materia, por segunda o tercera ocasión, y no la había entendido alguno de sus alumnos o costetaba con alguna  "burrada" a pregunta del Maestro, agotada su paciencia bajaba del estrado y ordenaba a su perro: ¡Cartucho"! Ya vámonos, pues se nos puede pegar lo pendejo" y, juntos, abandonaban el aula.
Siguiendo tal costumbre, cuando Trécani llegaba a la Banca Roja, "Cartucho" ocupaba "su lugar" sentado sobre el pavimento, no echado sino firmemente apoyado sobre su patas delanteras y muy atento a los que decían los asistentes, mirando fijamente al que tenía la palabra. Cuando se agotaban los argumentos, y la paciencia, del Trécani para convencer a algún .... necio de la concurrencia, torcía el gesto y, con una ira mal contenida,extendía su mano izquiera y  decia a su interlocutor: "Toma este bastón y pégame en la cabeza", a lo que el aludido respondía: "Y para qué, Maestro", "Para que se me quite la costumbre de discutir con pendejos". De inmediato "Cartucho" se paraba, movía el rabo y se alistaba para abandonar la reunión. Es seguro que el perro no entendía el o los temas a discusión pero, viendo la cara del amo, adivinaba que la reunión terminaba como solían terminar las cátedras en el Colegio.
Así, pues, para mis detractores, a falta de mayores argumentos, los invito a visitar la Banca Roja y, de antemano, les ofrezco mi bastón (que no uso "por elegancia" sino porque lo necesito, para que me peguen en la cabeza, si es que vuelvo a discutir con alguno.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Realmente ¿Hay túneles en Morelia? II

Después de casi un mes de ausencia, por motivos familiares de salud, retomo el asunto de los túneles en Morelia.
En mi anterior mencioné una experiencia tenida en el año de 1942. Por ese mismo año, vivía yo en la calle 1° de Mayo, casi esquina con H. de Nacozari, y pertenecía a lo que se llamaba "Barrio de Jauja"; en la esquina de mi calle estaba la tienda -famosa en su tiempo y se llamaba "La Esperanza"- y cuadra y media arriba, sobre H. de Nocupétaro, otra llamada "La Campana".
De niño, ya sea solo o a lo sumo con otro compañero, se podía circular libremente por los barrios vecinos, pero yendo 3 ó más era muy probable que la "pandilla" del barrio invadido les hiciera bronca y se iniciara un "guerra" entre las dos pandillas. La pandilla de Jauja era, en general, tranquilas, no así la del "Rastro" ("Los Rastreños") que era de las más violentas de la ciudad y, por ende, la más temida por todos. Ésta comprendía casi toda la calle 5 de Febrero, la zona de los actuales frontones y la parte sur de la colonia Obrera, en ese año "comandada" por un compañero de la Escuela Belisario Dominguez, con quien yo tenía buena amistad. No se olvida su nombre -ya ilustre de por sí- pues sellamaba Nicolás Bravo y vivía en una de las últimas casas, casi colindando con el Rastro, y con cierta frecuencia lo visitaba. Un viernes me dijo que, para el siguiente sábado, tenía planeada una visita a las "Cuevas del Toro", que si quería ir y tenía lámpara de pilas, podía hacerlo en conpañía de uno o dos amigos de la pandilla de Jauja. Invité a varios pero, por temor, no aceptaron, siendo Valdemar Villaseñor (el "grandulón de la pandilla", por su estatura) el único que aceptó.
Las cuevas se ubicaban en la ladera poniente de la "Loma del Toro", cerca de lo que hoy es el Templo de San Miguel y en el centro de la actual colonia Independencia. La gente decía que su tramo oriente se extendía hasta pasar la Tenencia Isaac Arriaga, mientras que su tramo poniente terminaba en la Catedral de Morelia, y como tal decían los adultos, todos los jóvenes y niños lo aceptábamos sin chistar. Había, pues, que ir preparados par un recorrido de casi tres kilómetrros si queríamos "llegar hasta la Catedral".
Llegado el sábado, y equipados con lámpara de pilas, una botella "quinta" de agua -tapada con un trozo de olote de maíz- una jícama (de las que se cultivaban en "Tres Puentes") y dos naranjas, emprendimos la caminata para llegar a las cuevas.

¿REALMENTE HAY TÚNELES EN MORELIA? 2

Después de una ausencia involuntaria de más de un mes, vuelvo a tomar el tema sobre los túneles de Morelia.
En mi anterior expliqué cómo conocí la primera parte del que mucha gente asegura que va del antiguo Seminario Diocesano (después Secundaria de San José) hasta la antigua Residencia o Palacio Episcopal (hoy sede de la Secretaría de Salubridad) en la esquina de las calles Benito Juáres y Santiago Tapia y, de ese punto, hasta llegar a la antigua Casa del Diezmo (actual Banco Nacional) en la primera cuadra de la Av. Madero Oriente.
En seguida paso a relatar, exclusivamente lo que personalmente me consta, uno de los detalles ocurridos durante mi larga permanencia en al Junta de Vigilancia para la Conservación de Morelia (1960-1987). Sin poder precisar la fecha -quizá a principio de los 80's- se presentó, para su revisión y en su caso aprobación, el proyecto para la remodelación del antiguo edificio del Diezmo, que por cierto daba nombre a la primera cuadra de la actual Av. Madero Ote., en la primera nomenclatura que tuvo la ciudad, que contemplaba construir el portal y pasillo del lado oriente del predio, ya que el patio original sólo tenía 3 corredores con arcadas. También incluía la construcción de una bóveda "acorazada" de unos 5 por 10 metros, ubicada en la esquina noreste del patio actual del Banco.
Se revisó el proyecto y se aprobó por unanimidad de los integrantes de la Junta, condicionada a que tuvieran informada a la Junta de cualquier vestigio que se encontrara durante las excavaciones, retiro de aplanados, etc. (Ya se hablaba de la posible existencia de un túnel entre este sitio y el Palacio Episcopal).
Pasado 1 ó 2 meses del inicio de los trabajos, dieron aviso que, al iniciar las excavaciones para la obra de la bóveda, habían encontrado unos escalones descendentes de cantera labrada y al retirar los escombros habían descubierto lo que, aparentemente, era un túnel. Invité a los demás integrantes de la Junta a realizar una visita de inspección, acompañándome los C. Ingenieros Sergio Ochoa G. y Carlos Torres Planck. En efecto, se trataba del inicio de un túnel que iba en dirección Nor noreste, casi apuntando hacía en antiguo Palacio Episcopal, del que habían despejado una longitud aproximada de 10 metros, al final de la cual estaba totalmente derrumbado y, por lo compacto que se veía el relleno, tenía aspecto de ser un derrumbe muy antiguo. Los constructores propusieron rellenar un tramo de 2 ó 3 metros de concreto simple y reforzar con más acero el fondo y paredes de la bóveda, siendo aprobada por la Junta.
Años después, por 1999, cayó en mis manos un plano de la ciudad (en copia azul, como eran antes) hecho por el Ing. Porfirio García de León y fechado en 1915, en el que apreciaba un trazo con tinta blanca -que alguien quizo borrar- señalando el túnel de la Casa del Diezmo al Palacio Episcopal.
Escaneando dicho plano y ampliándolo con la computadora, pude reconstruir el trazo, buscaré la manera de publicarlo en este espacio. PERO ESA SERÁ PARA MEJOR OCASIÓN.

domingo, 26 de febrero de 2012

REALMENTE ¿HAY TÚNELES EN MORELIA?

Yo cursé parte de mi instrucción primaria en la Escuela Belisario Domínguez. En el año de 1942 se ubicaba en el costado norte del templo de San José y, junto con la entonces Secundaria Varonil de la UMSNH, formaban el edificio principal del antiguo Seminario Diocesano de Morelia, por lo que ambas escuelas se encontraban divididas por una reja metálica, fuerte y con varios candados, por lo que no se podía transitar pero sí había comunicación verbal entre los alumnos. Los estudiantes se secundaria nos platicaban de un túnel que, partiendo de una pequeña puerta situada abajo del púlpito (o sitial desde el cual se hacían las lecturas) del que fura refrectorio o comedor del seminario, descendía en dirección poniente hasta pasar por debajo de la Pila del Jardín de San José, pila de por sí muy hundida (en fecha posterior se remodeló y se elevó de nivel en aproximadamente 1.50 m) y que seguía esa dirección hasta llegar al edificio del Antiguo Episcopado, hoy oficinas de la Secretaría de Salud.
En ese entonces, un gran amigo mío -ya fallecido- de nombre Javier Martínez Gutierrez (sobrino del entonces muy conocido oftalmólogo Abel Cerna Martínez) cursaba en 1er. año de secundaria (el 3o. se hacía en San Nicolás) y entabló muy buena amistad con el "líder de la secundaria", cuyo nombre no recuerdo pero lo apodaban "El Chivo". Es probable que el mote se debiera a que usaba una barbilla puntiaguada que recordaba a un chivo adulto, es decir, un cabrón. Debemos recordar que, en ese tiempo los alumnos de secundaria tenían, en promedio, unos 18 años (algunos mucho mayores).
Así las cosas, "El Chivo" tenía la llave del candado que aseguraba la puerta de acceso al túnel y era quien decidía cuántos, quiénes y cuando se podía acceder a dicho túnel. Por los últimos días del curso de ese año de 1942, Javier me dijo que tal día bajarían unos pocos estudiantes a conocer el túnel, que si quería acompñarlos él le diría al "Chivo" para poder hacerlo. Llegado el día, unos 5 ó 6 estudiantes, varios armados con sendas lámparas de baterías, iniciamos la aventura y nos adentramos en el túnel.
Descendimos unos 8 ó 10 escalones de cantera labrada y continuamos por un tramo con algo de pendiente y con piso también de cantera labrada; calculo que su ancho sería de 1.10 ó 1.20 m y con un alto de unos 2 metros. Después de caminar unos 50 metros, probablemente un poco antes de llegar al muro de la fachada del templo (y de la escuela), hubo que bajar otra escalera, quizá uno 15 escalones muy aperaltados pero de huella muy grande. ("Huella" es la parte horizontal de una escalera, la vertical se llama "peralte").
Al terminar la escalera, el piso dejó de ser de cantera, era de un material como tepetate muy duro y se notaban las huellas del zapapico o cincel con que fueron hechas las excavaciones, se tornó resbaladizo y "el guía" nos alertó de cuidar nuestro paso. El techo se hizo más bajo y notamos que goteaba agua, humedeciendo piso y paredes, cubiertos de lama verde y repugnosa al tacto, por lo que evitábamos tocarlas con la mano. Al adentrarnos unos pocos metros más (calculo que sería un poco antes de llegar a la fuente), había algunos derrumbes y "el guía" nos indicó iniciar el regreso, cosa que se hizo a gusto de todos, salimos a la "luz del día" y, ¡oh sorpresa!, todos íbamos con la ropa, cara y pelo, llenos de lodo y con "fuerte olor a humedad" (lodo podrido), los más grandes se bañaron en la Pila de San José, pero yo no me atreví a hacerlo, por lo que al llegar a la casa de mi hermano mayor (con quien yo vivía en esta ciudad) me regañó y me prohibió en forma terminante se repitiera la aventura. Pocos años después me enteré que el director de la escuela. Maestro Juan Días Vázquez, había ordenado se tapiara con muro de tabique y mezcla a pocos metros de donde terminaba la primera escalera. Nunca volví a tener noticia alguna sobre tal túnel, como tampoco he sabido si fue incluido en los estudios que un grupo de morelianos realiza sobre el tema.
Continuará.

jueves, 22 de diciembre de 2011

EL CALLEJÓN DEL ROMANCE

El Callejón del Romance, así llamado a partir de la "remodelación" que se le hizo a finales del trienio 1963-1965, en que fungió como presidente Municipal el Lic. Fernando Ochoa Ponce de León, siempre ocupó un lugar preponderante en la memoria de los morelianos, desde mediados del sigloXIX hasta el año de 1928 -en que se estableció la nomenclatura que hoy tenemos y sigue vigente- se le llamó "Callejón de la Bolsa" que pasó a ser "Callejón del Socialismo" con la nueva nomeclatura.
Es bueno aclarar que el primer nombre (C. de la Bolsa) no se debió a que en él estuviera alguna institución "bursátil" (de la Bolsa), si no a que tiene una "bolsa" formada por un corto callejón sin salida.
Con todo el respeto que me merecen sus actuales habitantes, quiero comentar lo que escuché de algunos familiares y amigos "viejos": En la segunda década del s.XIX se establecieron en el Callejón algunas prostitutas que acrecentaron su mala fama, que ya tenía a causa de su total abandono en cuanto a servicios públicos, y vino el abandono de algunos de sus habitantes, ya que las prostitutas permanecieron en ese lugar hasta la década de los años 30's, que fueron reubicadas en la calle Fray Antonio de Margil.
Me platicaron (los "viejos") que una de ellas (de las prostitutas) no aceptó el cambio y siguió "trabajando" en el Callejón, se llamaba María y la apodaban "La Gamarra". Como ustedes saben, la gamarra es el objeto -de ixtle o de cerda- que ponen al ganado caballar sobre las orejas y el hocico para guiarlos o llevarlos de un sitio a otro. Pues dicen que la tal María así llevaba a sus pupilas para obligarlas al ejercicio de la profesión más antigua que se conoce, primero al citado Callejón de la Bolsa y después a la calle Revolución, a donde se mudó a finales de los 40's. Me dijeron, esos mismos "viejos", que falleció en el año de 1952 en el Hospital Civil Dr. Silva, víctima de la edad y de algunas enfermedades venéreas.
Por la década de los 30's del siglo pasado, y quizá por alguna regularización predial, varias de las fincas -incluyendo las ubicadas en la "Bolsa"- pasaron a ser propiedad del gobierno federal, quien las rentó a cuotas muy bajas y motivó su "repoblamiento", pese a la mala fama y a la total carencia de servicios, y el Callejón siguió en el olvido de las autoridades municipales.
Así las cosas, a principios del año de 1964 el Lic. Ochoa Ponce de León -entre otros funcionarios yo lo acompañaba- hizo un visita al Callejón (ya del Socialismo) y los vecinos le mostraron su carencias: no había alumbrado público, ni banquetas, drenaje ni agua potable, tan sólo dos grifos públicos lo abastecían y no en forma constante, por lo que se formaban grandes filas de vecinos con sus cubetas. Los niños -casi todos famélicos y enfermos- jugaban haciendo lodo y "presitas" sobre el hilo de aguas negras que corrían a "flor de tierra" hacia la entonce Calzada Madero (hoy Av. Madero Oriente), en cuyo entronque fromaba un enorme charco de agua y lodo malolientes.